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4 jun. 2008

Está en la tapa del libro...



Buenas, buenas! Acá estoy con un breve post para dar a conocer una de las tantas nuevas publicaciones literarias de este año. Con un pequeño extra, por supuesto. Entre los tantos autores seleccionados se encuentra un gran amigo. Con ustedes, señoras y señores, Juan Carlos Albarado. Mis mas grandes felicitaciones a él, y una recomendación general a todos aquellos que logren poner sus manos en este tomo (son 6 volumenes, el tomo 1 conteniendo a J.C.) que lean no solo las obras de Carlitos, sino otras tantas buenas lecturas y relecturas contenidas en el libro. Acá les dejo el link de la página de la editorial y un link donde encontrar algunos de los textos de J.C.
Editorial Nuevo Ser: http://www.e-nuevoser.com.ar/
P.D.: Voy a ver si consigo la correspondiente autorización del señor Albarado para colgar alguno de sus textos aquí (Don Albarado, si por esas casualidades se pega una vuelta y lee esto me avisa, eh...). Queda pendiente para un próximo post. Saludos...

1 frutazo(s) relativos al susodicho divague...:

Juank dijo...

Mi queridísimo y aún no bien ponderado Manuel López:
Noto cierta impaciencia intelectual que le carcome la conciencia sigloveintiunochesca y lo lleva a una crítica, que creo a veces, un poco exagerada.
Por un lado, uno tiene que saber que “la culpa no la tiene el chancho sino el que le rasca el lomo” y yo, que leo desde Schopenhauer hasta a mí mismo de vez en cuando (y eso es ir como desde la tierra a la luna (y para utilizar un recurso y un término suyo debería decir: una luna muy bizarra)) he entendido que tal frase (la del chancho) es perfecta a este respecto. Es decir, ¿qué hace que alguien desee algo a costa de su propia vida? ¿qué hace que muchas personas deseen lo mismo, a costa de idéntico destino?, sólo una cosa; que eso sea trascendente, en un sentido profundo a la palabra, es decir que tal cosa le de sentido a nuestra vida. Así también podemos juzgar mal a los que se inmolan por una causa justa, los que mueren por amor o los que dan la vida por el prójimo. De todas formas me explico, no vaya a ser que me crean un tarado más, pro-anaymía. Sólo trato de reflexionar sobre el tema.
Digo, entonces: el ser humano es un ser social, y como tal actúa, mejor, aprende. Y si prefiriera aquel término a este tendría que remitirme al vocablo con que se designaba antiguamente al actor, gr. Hypokrites. Es claro, somos hipócritas en el amplio sentido de la palabra, porque actuamos, copiamos o, como decía Aristóteles en su Poética (queda bien poner semejante cita) realizamos una mimesis de nuestra realidad, pero a su vez nos mentimos, entre nosotros y, sobre todo, a nosotros.
Resumo mi cortísima reflexión que trata de adecuarse a un tema enjuto (chiste malo), las Ana y Mías son productos de lo que la sociedad exige, de lo que, tal vez si nos ponemos a pensar, vos y yo exigimos hasta en los actos más recónditos. Y eso está bien o mal o no lo sé, está. En otra época si la mujer no estaba como pa un cuadro de Botero (que, dicho sea de paso, critica en cierta forma lo mismo que vos y, me uno, yo, pero con unos millones de dólares más encima que nosotros, jejeje.) no existía. Ahora no existe la que está pa un Botero y tampoco existe la otra, porque está pa un loquero (es notable mi capacidad poética, no sé cómo no me dedico a eso). Pero, ¿quién existe entonces? Existen dos tipos; los que con cerebro aprovechan todo esto y los que con cerebro luchan en contra. ¿No te suena a “historia de la humanidad”?
Termino volviendo al quid de la cuestión; si los unos son los chanchos (capitalistas “enfurecidos hasta la locura ”) y los otros los que los rascan (Anas, Mías, televidentes, consumidores (las Anas y Mías también consumen eh, ropas, medicinas, y sobre todo venden su imagen que otros/as idiotas compran)) ¿qué carajo son los que piensan y luchan en contra? Elemental, mi querido Watson, nosotros, los que pensamos (por deducción lógica lo saco: no soy Ana, Mía, ni rico capitalista, debo ser lo que queda), los que luchamos de alguna u otra forma contra eso, ¡somos las pulgas!, las pequeñas pulgas (vaya paradoja) que le pican el cuero al chancho y, de vez en cuando lo hacen revolcarse en el barro para calmar la comezón que, si se pica fuera, se siente insoportable.
En definitiva Don Manuel, habría que empezar a preferirnos (entre nosotros, humildes seres humanos) cerebrados y ahí todo se arregla. Pero si me tocan ese tema es fácil seguir escribiendo unas páginas más sobre la inconveniencia de gente pensante en un sistema capitalista. En fin…, fin. Amén.

Me encantó, por otro lado, lo del cinturón de castidad. Pero me resulta poco probable que, en una época en donde usamos Microsoft Windows comprado en la feria, sea difícil quitarse tal aparatito del aparatito. La verdad, a mí no me joden, sería yo candidato nato a que prueben ponérmelo con tranquilidad y me dejen libre Walking around … Vamos gente… es más tonto el que se la cree que el que se lo pone…

Saludos cordiales.

PD: está vd. autorizado a publicar todo lo que está escrito por mí en Internet o en papel. Las cosas que yo le mando personalmente consúltelas por problemas de concursos y otras boludeces.